Joseba Permach Martin | Iratzar Fundazioa
Roomba, robotización y reparto de los trabajos
Muchas mañanas tras recoger las cosas del suelo, pongo la roomba y me dirijo a afeitarme. En más de una ocasión, se dirige hacia mi, empieza a limpiar el suelo del baño, se cruza entre mis piernas o directamente se choca contra mi. A veces le he hablado, le he gritado o incluso lo he sacado del baño empujándole con la pierna de malas maneras. Sí, como si tuviera vida propia. ¡Que levante la mano el que nunca le haya hablado a una máquina!
Esto no es nuevo. Tenemos la costumbre de hablar sobre muchas cosas (materiales o inmateriales) inanimadas como si verdaderamente tuvieran vida. En el ámbito económico esto ocurre con asiduidad y hablamos de los mercados, por ejemplo, como si tuvieran vida propia y tomaran sus propias decisiones. Marx y Engels ya nos hablaron de este fenómeno cuando al hablar del fetichismo de la mercancía decían lo siguiente:
“En éste los productos de la mente humana parecen figuras autónomas, dotadas de vida propia, en relación unas con otras y con los hombres. Otro tanto ocurre en el mundo de las mercancías con los productos de la mano humana”1
Detrás de cada proceso de automatización hay decisiones, por lo general de la mano del capital
A menudo tratamos las relaciones económicas o los productos artificiales creados con nuestras propias manos como si tuvieran vida propia. ¿No es verdad, por ejemplo, que el proceso de automatización y los propios robots se (re)presentan hoy en día fetichizados y con vida propia anunciándonos que irremediablemente vienen a sustituir nuestros puestos de trabajo? ¿Pero de verdad, son los robots los que con vida y voz propia van a decidir por nosotros dónde se van a implantar y qué tareas van a realizar? ¿Por qué hay un claro interés en que parezca que esto es así? Echemos un poco la mirada atrás.
En septiembre del 2013 los profesores de Oxford Frey y Osborne publicaban el conocido trabajo “The future of employment: how susceptible are jobs to computerisation” y anunciaban que el 47% de los empleos de los EEUU estaban en riesgo. Después de analizar la posibilidad de que las tareas de 702 empleos pudieran ser computerizadas, llegaban a las conclusiones mencionadas. Me gustaría resaltar desde el principio que lo que estos profesores analizaron fueron tareas y no empleos.
Los medios de comunicación se hicieron eco del trabajo y, claro, algunos se ciñeron a los términos del informe, pero otros no dudaron en hacer interpretaciones más abusivas del estudio y, con ello, acrecentar los términos de la supuesta amenaza.
El marco utilizado mayoritariamente relaciona robotización con destrucción de empleo
Desde que se publicara este trabajo, se han multiplicado los estudios sobre el tema y, por supuesto, ello ha generado un sinfín de titulares, por cierto, la mayoría en la misma dirección. El Foro de Davos publicó los años 2016 y 2018 sendos informes económicos sobre la cuarta revolución industrial y el futuro del trabajo. Desde este foro del establishment, el objetivo era indudablemente dar un paso más allá. Como hemos dicho, Frey y Osborne no habían hablado de empleos, sólo de tareas y porcentajes de automatización. Sin embargo, el Foro de Davos se atreverá a dar estimaciones con números absolutos sobre el efecto de la automatización en la destrucción de empleo. Posteriormente, la OCDE publicó otro famoso trabajo. También se referirá directamente a empleos y, en este caso, hará estimaciones para cada país miembro. Por supuesto, estas predicciones se presentaran también en forma de eliminación de puestos de trabajo. Así mismo, a lo largo de todos estos años, diferentes entidades privadas y think tanks también han publicado informes sobre el tema y algunos de ellos han tenido una gran repercusión como, por ejemplo, el realizado por el Global Mckinsey Institute.
Más allá de los resultados explícitos de todos esos trabajos, la mayoría de los medios de comunicación han titulado y enmarcado en una sola dirección:
- “El 47% de los empleos está en alto riesgo de ser automatizado” (El Mundo, 2016)
- “Más de la mitad de los empleos actuales serán reemplazados por robots en 2025” (ABC, 2018)
- “La robótica eliminará hasta 800 millones de empleos en el 2030” (El País, 2017)
Sí, habéis leído bien. Según el titular de El País y haciéndose eco del mencionado informe del Global Mckinsey Institute, para 2030 se podrían eliminar 800 millones de empleos. ¿De verdad? Vayamos a la letra pequeña, leamos lo que dice exactamente el informe.
En primer lugar, este trabajo habla de actividades y no de empleos y sólo se refiere a éstos para decir que son potencialmente automatizables, aunque sea en muy diferente grado. De hecho, lo que sorprende al leer dicho informe es que el verdadero titular de dicho trabajo no sea el siguiente: “Aunque menos del 5 por ciento de las profesiones pueden ser totalmente automatizadas, cerca del 60 por ciento tienen por lo menos un 30 por ciento de actividades automatizables”2
Es posible la correlación entre robotización y disminución de la jornada laboral
Esto es, según el informe que en medios de comunicación de todo el mundo aparece como el más demoledor de todos, resulta que sólo el 5% de los empleos es totalmente automatizable y, por tanto, la gran mayoría de empleos sólo lo son parcialmente. ¿Y entonces? ¿Por qué se habla de empleos y no de tareas? ¿Por qué titulan sobre puestos de trabajo cuando sólo una parte es automatizable? ¿Qué interés hay en todo ello?
El proceso de automatización y digitalización se está presentando una y otra vez bajo dos características que condicionan nuestra forma de pensar y, por ende, nuestra forma de actuar. En primer lugar, como decíamos al principio del artículo, se presenta dicho proceso como si tuviera vida propia, como si no hubiera detrás una decisión y unos intereses muy concretos. Y en segundo lugar, se enmarca el tema como una amenaza: la robotización viene a destruir empleo.
Analicemos estos dos aspectos. En primer lugar y en lo que a vida propia se refiere, ¿no es verdad que la robotización responde a unos intereses muy concretos? ¿Por qué tiene la automatización o los procesos de I+D+I más fuerza en la industria que en el sector de los cuidados? ¿Por qué se invierte más en uno que en otro? Claro que puede tener que ver con la cualidades de uno y otro trabajo, pero, además, ¿tendrá que ver con los convenios colectivos? ¿tendrá que ver con los derechos adquiridos por los trabajadores de la industria y que hace que la robotización en ese sector suponga para la patronal una oportunidad para sustituir por robots o máquinas las tareas mejor remuneradas? Esto que acabo de comentar es sólo un ejemplo, pero nos puede servir para comprender que la robotización de algunas tareas no es en ningún caso un proceso con vida propia. Muy al contrario, detrás de cada proceso de automatización hay decisiones, por lo general de la mano del capital, que tienen como objetivo abaratar costes para incrementar beneficios. Pero el proceso no es lineal, irremediable, con vida propia. Muy al contrario, responde a intereses muy concretos y, por tanto, los intereses pueden variar, los podemos cambiar. En mi opinión, el proceso de automatización de tareas, como tal, no es malo, depende a los intereses que responda y éstos, como siempre, son parte de lucha de clase, de la lucha sindical. No es lo mismo automatizar determinada tarea de una fábrica que poner una grúa automática en cada habitación de personas dependientes en una residencia. En el primer caso, quizás el objetivo sólo sea el incremento de beneficios, en el segundo puede ser la mejora de las condiciones de trabajo de los y las trabajadoras.
Y dicho esto, paso a comentar el segundo de los aspectos: el enmarque con el que se presenta mayoritariamente el proceso de robotización: siempre de forma negativa, siempre como amenaza.
Pero hay más. Este marco no sólo presenta la robotización de forma contraria a los intereses de los y las trabajadoras, también impide, invisibiliza, otras alternativas que claramente son posibles con la automatización. A este respecto el filosofo Slavoj Zizek se pregunta lo siguiente: “¿no es esta amenaza una buena razón para reorganizar la producción de manera que los obreros trabajen mucho menos?”3 Efectivamente, el marco utilizado mayoritariamente relaciona robotización con destrucción de empleo y, sin embargo, con los mismos informes y resultados podemos llegar a la conclusión y a otro marco que relacione la robotización con la reducción de la jornada laboral.
La automatización o digitalización son espacios de lucha
Si traemos de nuevo aquí, por ejemplo, los resultados del informe McKinsey, la realidad es que sólo el 5% de los puestos de trabajo son totalmente sustituibles, pero sin embargo una parte importante de la tareas (el 30% según el informe) pueden pasar a ser realizadas por robots o máquinas. ¿Y qué quiere decir esto? Que la robotización no sustituye o elimina empleos, sino que reduce tareas y, por tanto, horas de trabajo. O dicho de otra manera, que es posible la correlación entre robotización y disminución de la jornada laboral. Si podemos hacer el mismo trabajo en menos tiempo, esa es la solución, no destruir empleos, sino reducir horas de trabajo en el empleo.
La automatización o digitalización, por tanto, son procesos que como tal suponen espacios de lucha. Al margen de cómo se nos (re)presenten, hay posibilidades reales de ponerlos al servicio de las personas y de unas mejores condiciones de vida y trabajo. Como siempre la lucha y la correlación de fuerzas determinará en qué dirección y con que intereses se desarrolla.
Decía ya hace más de un siglo el filosofo Voloshinov hablando de la importancia del lenguaje que el signo llega a ser la arena de la lucha de clases4. Tenía y sigue teniendo razón. Las palabras y los conceptos que utilizamos nos hacen ver y comprender la realidad de una manera, pero además también determinamos con ello cómo afrontar esa realidad. Cada vez que alguien dice que la robotización destruye empleo está indirectamente visibilizando un ejercito de reserva formado por robots que vienen a hacer nuestras tareas y con menos costo. Sin duda, ello mejora las posiciones del capital. Sin embargo, cada vez que alguien relaciona la automatización con la reducción de la jornada laboral está mejorando las posiciones de la clase trabajadora y de los que luchamos por una vida digna.
La reducción de la jornada laboral puede y debe traer un mayor reparto de todos los trabajos y en especial de los cuidados
Los que luchamos por una vida digna no debemos olvidar que la robotización, en primer lugar, no es un tema de la industria y que por ejemplo el sector de los cuidados u otros sectores también necesitan de procesos de automatización que mejoren las condiciones de vida y trabajo de las personas. No es el qué, sino el para qué. En segundo lugar, debemos darnos cuenta que la robotización y, con ello, una posible reducción de la jornada laboral en el empleo puede y debe traer también un mayor reparto de todos los trabajos y en especial de los cuidados que hoy en día siguen recayendo en las espaldas de la mujeres. Como dice Amaya Perez Orozco “la reproducción es el otro oculto de la producción”5 y, por tanto, los procesos de producción, automatización y reproducción están los tres totalmente interrelacionados.
Algunos pretenden utilizar la robotización y la digitalización para aumentar sus beneficios, eso no es nuevo. Sin embargo, esos mismo procesos pueden servir para reducir la jornada laboral, repartir los trabajos y mejorar, en general, las condiciones de vida y trabajo de las personas. Es, una vez más, un campo de lucha, que se da en los puestos de trabajo y fuera de ellos, en las movilizaciones y en las negociaciones. Pero no lo olvidemos, también en nuestros discursos y en nuestras representaciones. Por que (re)presentar la posibilidad, es el primer paso para hacer de ella algo real.
Notas
1Marx e Engels (1976): El capital. Crítica de la economía política. Libro Primero|Volver
2 Mckinsey Global Institute (2017:5): “Un futuro que funciona: automotización, empleo y productividad”|Volver
3Zizek, S. (2018:14): La Vigencia de El Manifiesto Comunista. Anagrama. Barcelona|Volver
4Voloshinov (2009:47): El Marxismo y la filosofía del lenguaje. Ediciones Godot Argentina|Volver
5Perez Orozco, A. (2014: 203): Subversión feminista de la economía. Traficantes de Sueños.|Volver