Mariana Urcuyo & Txefi Roco
¿Qué significa desde la práctica caminar hacia un nuevo sindicalismo?
Mariana Urcuyo es miembro de la Sección sindical de las trabajadoras de hogar del sindicato LAB, Txefi Roco de la secretaría antirracista
Hace cerca de una década LAB supo ver lo que venía. Y, con el proceso Sindikalismoa Birpentsanten, se animó a prefigurar pasos hacia un nuevo sindicalismo. Un sindicalismo que explore fórmulas que interpreten y direccionen los cambios del modelo socio-económico y sus repercusiones negativas en las condiciones de empleo y de vida de las trabajadoras. Esto que se dice bonito supuso, y supone, cambios que no son sencillos ni inmediatos y que permean a toda la estructura de nuestro sindicato.
La clase trabajadora, una sujeta múltiple, diversa y dispersa
Son muchas, rápidas y profundas las transformaciones vividas los últimos años. El debilitamiento de los vínculos sociales, las nuevas formas de producción, distribución y consumo, la aceleración del capitalismo financiero, el saqueo de los bienes naturales de los sures, la migración como estrategia de supervivencia, o el boom de las nuevas tecnologías, son sólo algunos de los elementos de un escenario trastocado.
En Euskal Herria, estas tendencias se aterrizan como los tentáculos de un un pulpo gigante. Este sistema voraz perfecciona así sus estrategias de explotación y rentabilidad. Los mecanismos de control son sofisticados y sutiles, cuesta desprendernos de ellos porque apenas los reconocemos. Las vidas de las trabajadoras tambalean en una telaraña pegajosa y resbaladiza de inestabilidad emocional y material, que domestica y desmoviliza. El capital y la patronal se reafirman colonizando insólitos nichos de acumulación.
LAB no es el mismo después de procesos y luchas que nos han sacudido las formas de hacer latir nuestro sindicalismo
La clase obrera no es la que era. Se introducen y adquieren visibilidad otras sujetas, relaciones y marcos laborales. La precarización, digitalización, teletrabajo, robotización, economía sumergida, privatización, recorte de derechos y encarecimiento de las condiciones de vida, se entrecruzan en lo cotidiano resignificando a la clase trabajadora en una sujeta múltiple, diversa y dispersa.
Desvelar y reconocer a la clase trabajadora como una sujeta situada en determinadas condiciones materiales y simbólicas es importante. Porque el nuevo sindicalismo será desde ahí o no será. Sería una necedad recrear una praxis sociosindical que mire para otro lado. Si queremos ser una herramienta útil, tenemos que estar cerca de la vida cotidiana de las trabajadoras.
Las trabajadoras precarizadas, atravesadas por estas realidades cambiantes, no siempre se reconocen como clase. Muchas veces, también como LAB ha sido complejo dimensionarlas de este modo. Se esta transitando un proceso pedagógico bidireccional, en el que de ambos lados se está aprendiendo y descubriendo cosas.
Mientras las trabajadoras se asumen como sujetas, transitando luchas personales y colectivas, se desprenden del “es lo que hay” para exigir y demandar colectivamente derechos y cambios políticos. En ese camino, descubren que pueden conseguir cosas que ni se imaginaban.
Son varias las luces que confirman esto
Las trabajadoras de las Huertas de Peralta, en Nafarroa han demostrado la fuerza que puede tener esta sujeta múltiple y diversa. Esos 28 días de huelga ininterrumpida sin ceder frente al chantaje de la patronal y aguantando una de las represiones más duras que ha vivido la clase trabajadora vasca son como una estrella roja que confirma la fuerza que tienen las trabajadoras cuando están unidas y organizadas. La lucha de Huertas de Peralta, en su mayoría trabajadores migrados, ha demostrado que el sindicalismo es la herramienta más poderosa que pueden tener las clases populares.
La sección sindical de las trabajadoras de hogar y de cuidados, es otra experiencia que nos lleva en esa dirección. Poder tener un nombre, un espacio físico para lo que hasta hace un tiempo era una organización negada e inexistente, ha llevado a la construcción conjunta de una conciencia de clase trabajadora con derechos en medio de todas las variables de precariedad que se concentran en estas sujetas.
Ha sido un camino sinuoso que ha valido para recontar las múltiples vulneraciones en las vidas de muchas mujeres que desde los domicilios en los que trabajan, claman por leyes que reduzcan las desigualdades en las condiciones de empleo y se negocie de una vez por todas un convenio colectivo que regule las extensas violaciones a sus derechos.
Como LAB estamos acompañando un proceso que va de lo individual a lo colectivo y que una vez nutrida cada una, vuelve de lo colectivo a la misma persona. La llegada de cada compañera a la asamblea les ha acercado a un sindicato al que están descubriendo accesible, cercano y, sobre todo, capaz de asumir como propia lo que ahora saben que son sus propias luchas. Ahora ellas sugieren al sindicato, piden, demandan cómo quieren ser representadas.
Esto nos ha dado la capacidad de poder hacer acciones que visibilicen la realidad del sector desde las propias limitaciones y potencialidades de estas trabajadoras, que se han podido desarrollar gracias a ese espacio libre y seguro. Esta forma de hacer acciones tan creativas y sentidas, hace más valiosa la fuerza de la asamblea. Se están tejiendo nuevas formas de crear, participar y ser sujetas que están haciendo de lo doméstico, su propio discurso político. Un camino hacia ese nuevo sindicalismo, que es también su propio sindicalismo, el de una clase trabajadora con múltiples opresiones pero valiosos recursos de lucha.
Por otro lado, como parte de un proceso en el que venimos trabajando durante años y que ha involucrado a más de ciento cuarenta trabajadoras migradas y racializadas en Hego Euskal Herria y todo el conjunto de la estructura del sindicato, en pocos meses la presentación pública de la la Secretaría Antirracista será otro hito importante en este sentido. Y es un paso que se da en conexión y como parte de estos procesos. Diseñar una herramienta sindical que aborde las necesidades particulares de las trabajadoras migradas y racializadas, promoviendo su protagonismo en los diferentes sectores en los que se encuentran empleadas y combatiendo el racismo, la discriminación y los abusos que atraviesan estas trabajadoras representa para LAB una apuesta de gran calado político.
Un camino que merece ser transitado
Son varios y potentes los indicios que confirman que andar este camino merece mucho. No solo por lo que tenemos que reparar, en términos de deudas históricas; sino y, sobre todo, por todo lo que estamos y vamos a crecer desde la apuesta por un sindicalismo combativo, de contrapoder y coherente que de pasos firmes hacia la justicia social para todas las trabajadoras.
Sin saberlo del todo, en cada asamblea de trabajadores de plataformas de reparto, de jornaleros de las huertas o de mujeres migradas trabajadoras de hogar se entreteje un nuevo sindicalismo. Que prefigura otros espacios-tiempos desde estas compañeras que se asumen como sujetas activas.
LAB no es el mismo después de estos procesos y estas luchas que nos han sacudido las formas de hacer latir nuestro sindicalismo.
Vamos probando formas de poder llegar a sectores no sindicalizados, estamos abriendo canales para acercarnos a realidades y situaciones que queremos transformar. Estamos apostando por facilitar condiciones para la organización colectiva, replanteando horarios, miradas y formas de hacer.
Caminar hacia un nuevo sindicalismo, desde la práctica concreta, significa darnos el permiso y la oportunidad; poco a poco, y no sin resistencias, de ir incorporando gafas, abriendo grietas y descubriendo todo lo mucho que se puede hacer desde LAB herramienta-CASA cuando es de TODAS..