Alba Sidera Gallart
«La internacional reaccionaria comparte un objetivo: perpetuar el poder en manos de los de siempre»
Alba Sidera Gallart (Girona, 1979), autora del libro Fascismo persistente: La Italia de Meloni y el ascenso de la extrema derecha en Europa, es una periodista especializada en la extrema derecha y el análisis político. Vive en Roma desde el 2008, donde trabaja como corresponsal.
La nueva extrema derecha que surge en Europa, ¿qué es? ¿Cómo la etiquetarías?
Para entender el fenómeno de la nueva extrema derecha nos podríamos remitir a la época de mayo del 68, cuando un grupo de intelectuales de extrema derecha se dio cuenta de que los ideales de la izquierda eran mucho más atractivos para la gente joven y quisieron empezar a revertir esa situación, comenzando un proceso de reconversión. El gran ideólogo de ese proceso fue Alain De Benoist, que fue el que acuñó el término de nueva extrema derecha.
¿Qué hicieron? Estudiaron muy bien al rival. Empezaron a estudiar a pensadores de izquierdas, sobre todo a Gramsci, y unieron sus ideas con las ideas de pensadores o filósofos del fascismo y el nazismo. De Gramsci sacaron el concepto de hegemonía cultural, y se dieron cuenta de que antes de llegar al poder tenían que influir en la sociedad. Lo que estamos viendo ahora, el desplazamiento del sentido común de la sociedad hacia la derecha, es fruto de esa reflexión, de ese recorrido ideológico.
Decimos que es una nueva extrema derecha porque no es como la extrema derecha de toda la vida, que la veías venir de lejos. Ya no los ves tan directamente, porque han aprendido a camuflarse y a utilizar el lenguaje y las técnicas de la izquierda, incluso la estética de la izquierda.
¿Qué es el fascismo? ¿Es fascismo la extrema derecha actual? ¿Cuáles son las diferencias?
Esta es más bien una discusión académica. Tomemos como ejemplo Italia. En este país está gobernando un partido que es posfascista, los Fratelli d'Italia de Giorgia Meloni. Es una formación heredera del Partido Fascista, son fruto de la reconversión del fascismo. Meloni, como todo el cuadro dirigente de Fratelli d'Italia, proviene de militar en las juventudes del partido, que homenajean sin pudor a jerarcas fascistas y llevan con orgullo la cruz celta (en sus primeras apariciones en tv, Meloni la llevaba colgada al cuello). El número dos de Meloni, el presidente del Senado, Ignazio La Russa, incluso hizo el saludo nazifascista en el parlamento en 2017, para protestar contra la propuesta de prohibir la apología del nazismo y el fascismo. Es decir, al mismo tiempo que no reniegan de su ADN fascista, han aceptado ciertas reglas del juego democrático con el fin de obtener sus objetivos políticos sirviéndose del sistema democrático. Por eso decimos que son posfascistas.
Diríamos que la extrema derecha es todo el grupo de la derecha que se sitúa a la derecha de la derecha conservadora clásica. Después, dentro del gran grupo de la extrema derecha, podemos distinguir entre la extrema derecha que sigue las reglas del juego democrático (y ahí se sitúan todos los partidos políticos que vemos en parlamentos: Vox, Fratelli d'Italia, La Lega, AFD...) y la ultraderecha, que es la extrema derecha que no acepta esas reglas del juego democrático.
El país que había vencido al fascismo lo está restituyendo
Esto es, la que no renuncia al uso de la violencia. Ahí tenemos a los grupos fascistas de toda la vida, como CasaPound, o grupos neonazis. De todas maneras, todos ellos están mezclados, aunque hagamos esa distinción teórica. Los ultraderechistas son como los perros de caza que van delante, que abren el camino.
Por otro lado, dentro del gran grupo de la extrema derecha, y dejando de lado a la ultraderecha (que se sitúa abiertamente fuera de la democracia), tenemos otros dos subgrupos. Por un lado, tenemos a la derecha radical populista y, por otro, a la extrema derecha de toda la vida, la más tradicionalista: los ultraconservadores. En esta familia encontramos a Vox, igual que Meloni, y en cambio Le Pen o Salvini forman parte de la nueva derecha radical populista.
Estas etiquetas van bien para hacer un esquema, pero a la hora de la verdad muchas veces defienden más o menos lo mismo. Lo que los diferencia principalmente es la estrategia que llevan a cabo para venderse y la capacidad de disimular más o menos sus verdaderas intenciones. Es trabajo de quienes estudiamos estos fenómenos descubrir y denunciar los vínculos que mantienen con el fascismo.
Parece que la principal consecuencia de las próximas elecciones europeas será el auge de la extrema derecha. ¿Cómo se explica ese auge?
Hay muchos factores que hacen que estemos en esta situación. Primero, todo el trabajo y dinero que se ha invertido en normalizar sus discursos. Hay una ofensiva que viene de lejos, de gente que ha trabajado para que la extrema derecha este cada vez más normalizada. Segundo, las circunstancias materiales. Venimos de un contexto de crisis, que es el caldo de cultivo para esas fuerzas. Tercero, la crisis de la socialdemocracia. Cuarto, el papel que han jugado los partidos de derechas clásicos abriéndole el camino a la extrema derecha. Por último, el papel jugado por los medios de comunicación.
Comencemos por el tema de la socialdemocracia.
La socialdemocracia viró hacia la tercera vía. Hubo todo un grupo de dirigentes políticos que en teoría tenían que defender a la izquierda (Blair, Schröder, Renzi…) que optaron por la tercera vía. Esa vía consistía en incorporar el argumentario neoliberal a sus políticas. Compraron las políticas de derechas hasta hacerlas indistinguibles de las que aprobaría la derecha. Eso hizo que muchas y muchos trabajadores, muchas y muchos votantes de izquierdas se sintieran huérfanos y huérfanas.
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Así es como se creó el hueco por donde se pudo introducir esta nueva derecha radical populista. La nueva derecha radical populista (a diferencia de la clásica, mucho más conservadora) trata seducir a las y los electores que antes votaban a la izquierda. Para eso se han apropiado del lenguaje o de la simbología de la izquierda.
Evidentemente es mucho más fácil para la extrema derecha hacer un discurso para seducir a las y los trabajadores cuando la izquierda no hace de izquierda. Aunque a la hora de la verdad siempre acaben defendiendo los intereses de las clases dirigentes.
¿Y en cuanto al rol jugado por la derecha clásica?
Italia es un caso claro de cómo la derecha ha permitido que creciera el monstruo de la extrema derecha. Berlusconi, que fue un Trump antes de Trump, fue el pionero en el blanqueamiento del fascismo. Blanqueó totalmente el discurso fascista. Rompió el consenso antifascista que había en Italia dese la Segunda Guerra Mundial de dejar fuera a los fascistas del poder. Berlusconi llegó al poder en 1994 de la mano de La Lega Nord y de Alleanza Nazionale (precedente de Fratelli d'Italia). Introdujo en el gobierno a políticos que se definían fascistas. En aquel momento fue un gran escándalo. El país que había vencido al fascismo lo estaba restituyendo. Pero con los años la cosa se fue normalizando. Esto es lo que permite que ahora esté Meloni gobernando y nadie se escandalice.
Decías que detrás de la normalización y el blanqueamiento de estas fuerzas políticas está el papel que han jugado los medios de comunicación.
Sin el papel jugado por los medios de comunicación los discursos de la extrema derecha habrían tardado mucho más en llegar a ser mainstream. Por ejemplo, han jugado un papel fundamental en la criminalización de la inmigración. Hemos visto cómo han magnificado el problema. Eso hace que exista una gran diferencia entre la percepción que tiene la gente de la cantidad de inmigrantes que hay con las y los que hay realmente. Esto ocurre porque los medios están hablando de estos temas permanentemente y con tono alarmante y criminalizador.
La precariedad del mundo del periodismo es el contexto perfecto para ello, porque si el sueldo de un o una periodista va en función de los clics que tiene su noticia, estará incentivado o incentivada a poner un titular diciendo cualquier barbaridad que haya dicho la extrema derecha antes que explicar y hacer un periodismo pausado y de profundidad. Muchas veces tampoco tienen tiempo para ello, porque tu jefe te exige que escribas muy deprisa. Así no puedes contrastar las informaciones y acabas copiando lo que te ha mandado el partido sin contrastarlo.
La precariedad del periodismo, la necesidad de la inmediatez, el querer ser los primeros... todas estas cosas juegan a favor de la extrema derecha.
Conoces de cerca el caso italiano. Una fuerza posfascista, Fratelli d'Italia, ha llegado al gobierno. ¿Cómo actúa el posfascismo en el gobierno?
La internacional reaccionaria comparte un objetivo: perpetuar, desde un punto de vista económico, el poder en manos de los de siempre.
En cuanto a cómo afecta que lleguen al gobierno, en Italia, por ejemplo, vivimos un recorte de derechos y libertades, sobre todo de las mujeres. Las parejas LGTBI ya no pueden adoptar niños y niñas, pero es que ahora incluso puede que ni siquiera puedan ser pareja de hecho. Además, abortar cada vez es más difícil.
La extrema derecha quiere despojar a las y los trabajadores del sentimiento de pertenencia de clase
Por otro lado, el gobierno está haciendo revisionismo histórico desde las instituciones. Hay un revisionismo histórico por el que ni siquiera se puede defender ya el antifascismo. Hace poco ha sido el 25 de abril, la fiesta de la liberación del fascismo y del nazismo, que en Italia siempre ha sido una fiesta en la que las autoridades se definían antifascistas. Ahora dicen que es una fiesta que divide. Si eres nazi o eres un fascista no es tu fiesta, claro. Esto es lo que trae que la extrema derecha posfascista esté en el gobierno.
¿Cómo combatir el auge de la extrema derecha? ¿Cuáles serían las claves para una estrategia antifascista?
Ojalá saberlo. Creo que la izquierda, desde los progresistas hasta la izquierda radical, lo que tendría que hacer es volver a hacer de izquierda. Volver a defender sin complejos sus principios, volver a ser interesante y atrayente para los posibles votantes. Dejar de ser fuerzas aburguesadas. Volver a estar al lado de las y los trabajadores, pero sin caer en la trampa del rojipardismo, de contraponer los problemas materiales a los derechos sociales, de las mujeres o del colectivo LGTBI. Ir de cara en defensa de todos esos derechos y por mejorar las condiciones de las y los trabajadores.
Por otro lado, tratar de destapar las trampas de la extrema derecha. Como, por ejemplo, a los sindicatos de la extrema derecha. En España está el sindicato Solidaridad (que de momento no marcha bien), pero en Italia tenemos al sindicato UGL, que es un sindicato directamente de derechas. Cuando Buxadé presentó al sindicato Solidaridad decía que era un sindicato para las y los trabajadores, pero que no era un sindicato de clase. Son esas cosas que quizás pasan desapercibidas, pero que son importantes para entender qué está haciendo la extrema derecha. Esta extrema derecha radical populista que dice que está al lado de las y los trabajadores lo que quiere es despojar a las y los trabajadores del sentimiento de pertenencia de clase. Para entender esto, es importante conocer lo que fueron las corporaciones fascistas. Eran un falso sindicato que trataba de unir a las y los trabajadores y a empresarios por sectores. Así se diluía el sentimiento de clase. Esto es lo que está intentando hacer de nuevo la extrema derecha.
Por último, es importante desmontar los bulos, las mentiras y las campañas de criminalización. En resumen: más conciencia de clase y más conciencia antifascista.