Angelo Fascetti | ASIA-USB
«Nos hemos planteado el reto de adaptar el sindicato al cambio en el mundo trabajo»
Angelo Fascetti es miembro de la Ejecutiva Confederal de la USB y miembro del Ejecutivo de ASIA
En los años setenta, el milagro económico llega a su fin en Italia, en parte debido a la crisis energética de 1973, y comienza una fase de recesión. Esto provocó un fuerte conflicto social que involucró a toda la sociedad. El tema del derecho a la vivienda no quedó excluido de él. La concentración del sistema de producción de las grandes fábricas en el norte y, en parte, en el centro del país, sobre todo en las grandes ciudades, que luego se convirtieron en verdaderas áreas metropolitanas, provocó la migración de la población del sur, que vivía principalmente de la agricultura, hacia las ciudades industrializadas. Roma, la capital del país, donde además de las pequeñas y medianas fábricas se sitúa sobre todo el sector terciario (la ciudad de los ministerios), era uno de los lugares de atracción, especialmente para los que trabajaban en el sector de la construcción.
La vivienda pasó de ser un bien social primario a un bien de consumo capitalista
Pero, a pesar de la crisis económica, fue en la capital donde se produjo un boom de la construcción. En pocos años surgieron nuevos barrios de la nada. Es en aquella época cuando nace el fenómeno de los “palazzinari” y se vislumbra el inicio de la financiarización del mercado inmobiliario. La vivienda pasó de ser un bien social primario a un bien de consumo capitalista. La primera contradicción evidente fue el hecho de que las decenas de miles de familias que habían emigrado a Roma, cuyos cabezas de familia trabajaron en gran medida en la construcción de casas, se vieron obligadas a vivir durante décadas en barrios de chabolas, entre barro y suciedad, porque no podían alquilar una vivienda, debido a los altos costes, pero también porque se les prohibía obtener la residencia. La crisis de la vivienda, que afectaba a las clases sociales más débiles, a las parejas jóvenes obligadas a compartir vivienda, a las familias que vivían en barrios de chabolas... generó una mezcla explosiva que estalló y dio lugar a un fenómeno, inicialmente espontáneo, que en 1973 dio lugar a la ocupación de unas 5.000 viviendas en Roma, mantenidas vacías para la especulación.
ASIA nació en los años 90 para defender el derecho a la vivienda como salario indirecto
Nuestra experiencia nació en este contexto. Ya para entonces habíamos creado el Comité por la Vivienda. Organizamos durante los años siguientes muchas luchas por el derecho a la vivienda, incluida la ocupación de miles de casas que se mantenían vacías por la especulación. Y el mercado de la vivienda seguía produciendo crisis. Decenas de miles de familias eran desahuciadas y nosotros respondíamos con piquetes para detener los desahucios, ocupando los pisos vacíos si se llevaban a cabo, manifestándonos para conseguir planes de construcción de viviendas públicas para la gente que estaba sin casa. A lo largo de los años hemos conseguido mucho. Miles de familias trabajadoras, precarias, jubiladas y desempleadas obtuvieron una vivienda social. Muchas de estas personas fueron ubicadas en viviendas sociales construidas en los nuevos barrios periféricos, edificios públicos que prepararon el camino para los nuevos asentamientos privados. Estos barrios carecían de servicios y la gestión de las viviendas sociales se dejaba a la deriva. Para dar estabilidad a la relación con los sectores sociales implicados en las batallas por el derecho a la vivienda, para dar continuidad a la lucha por una mejor calidad de vida de los trabajadores, para imponer los servicios necesarios para los barrios obreros, para defender el derecho a la vivienda como salario indirecto, nació en los años 90 la Associazione Inquilini e Abitanti (ASIA), federada primero con la RdB (Rappresentanze di Base) que se convirtió en 2010 en la Unione Sindacale di Base (USB). Se fundó en Roma, pero ahora su actividad, llevada a cabo en gran parte por jóvenes activistas, se desarrolla en más de treinta provincias italianas, en grandes ciudades pero también en pueblos más pequeños. La elección de ASIA de formar parte del proyecto de la Federación Social USB ha actuado como motor para el crecimiento de las luchas en los distintos territorios y de los miembros de la asociación.
Tanto la vivienda como el trabajo son dos pilares esenciales para los trabajadores. Del mismo modo, es fundamental luchar por salvaguardar el poder adquisitivo de los salarios o por los ingresos de los desempleados. Esta lucha se lleva a cabo en los territorios organizándose contra el aumento del coste de la vivienda, de los servicios esenciales (sanidad, transporte), de las tarifas de los servicios públicos (electricidad, gas, agua) y del elevado coste de la vida. En las metrópolis, donde las actividades de producción se han deslocalizado y se han convertido en el nuevo paradigma de la acumulación capitalista, el trabajo es cada vez más fragmentado, precario y mal pagado, y el sindicato del puesto de trabajo no tiene razón de ser. Ante el trabajo que cambia, nos hemos planteado el reto de adaptar el sindicato a ese cambio.
Nos oponemos, llegando incluso a ocupar edificios o pisos vacíos, a los procesos de gentrificación
USB respondió a ese cambio en su último congreso de 2017 con la creación de la Federación Social, tercera pata de la estructura confederal del sindicato, junto con el sector público y el privado, dando lugar a una nueva forma de representación sindical con el nacimiento del SLANG (Sindicato de Trabajadores de Nueva Generación), estrechamente relacionado con el sector privado, pero con un ámbito de actuación ubicado en el territorio, junto con ASIA y el sindicato de pensionistas. A través de los numerosos sportelli1 abiertos de ASIA-USB, especialmente en los barrios obreros, hacemos un seguimiento de los problemas vinculados a la vida cotidiana de los trabajadores/ciudadanos, de quien tiene problemas de vivienda, de acceso a los servicios, de falta de mantenimiento de las viviendas públicas, pero también de los trabajadores precarios a los que sus jefes no pagan sus salarios o que se mantienen en el mercado negro. Cuando es necesario, organizamos acciones legales o conflictivas, que son la base constitutiva de nuestra asociación y de USB: es precisamente con estos casos cuando nace la relación directa con la F.d.S. de USB.
Los objetivos de nuestra iniciativa de movilización permanente, que también hemos llevado a cabo con manifestaciones nacionales, regionales y municipales, incluso durante el confinamiento, frente a las instituciones locales y gubernamentales, son los siguientes: un plan nacional extraordinario para la construcción de un millón de viviendas sociales, que se lleve a cabo impidiendo el consumo de nuevo suelo y recuperando el patrimonio inutilizado; la refinanciación de las políticas públicas de vivienda (un nuevo Gescal, que existía hasta 1994); la modificación de la ley de alquileres privados, que se han vuelto insostenibles debido a la liberalización del mercado de alquileres, que en los últimos cinco años ha producido más de 300.000 mil solicitudes de desahucio (el 90% por morosidad inocente); detener los procesos de privatización y desmantelamiento de viviendas públicas y la de las instituciones de seguridad social y seguros; un plan de vivienda para los trabajadores agrícolas obligados a vivir en chabolas inhumanas para poder trabajar en el campo; el cese de los desahucios, desalojos y embargos de viviendas para quienes no pueden pagar sus hipotecas; medidas de seguridad para el parque de viviendas y el territorio italiano, que a menudo se ve afectado por inundaciones o terremotos; la intervención directa en materia de vivienda para los jóvenes y el desarrollo de residencias de estudiantes públicas en defensa del derecho al estudio.
Como he dicho, organizamos iniciativas conflictivas con las instituciones, denunciando la falta de soluciones a la emergencia habitacional, alimentada por la falta de políticas que garanticen el derecho a la vivienda de los trabajadores y sectores sociales cada vez más pobres. Nos oponemos, llegando incluso a ocupar edificios o pisos vacíos, a los procesos de gentrificación que favorecen las rentas inmobiliarias y alejan a la clase trabajadora de la ciudad consolidada. Organizamos piquetes contra los desahucios y ejecuciones hipotecarias, estamos impidiendo el desalojo de edificios ocupados, en su mayoría por trabajadores inmigrantes, y estamos imponiendo una solución habitacional digna para estas familias.
Organizamos piquetes contra los desahucios y ejecuciones hipotecarias
Aunque estemos reconocidos por el gobierno italiano como sindicato representativo a nivel nacional, no firmamos acuerdos que van en contra de los intereses de los trabajadores, acuerdos que en cambio son firmados por otros sindicatos de concertación y cómplices (Sunia-Cgil, Sicet-Cisl, Uniat-UIL y otros).