Elkarrizketa: Daniel Tanuro

“El movimiento obrero debe incluir en su estrategia la cuestión ecológica ya que la clase trabajadora y los pobres son y serán las principales víctimas de los desastres medio-ambientales”

 

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Daniel Tanuro -ingeniero agrónomo y militante ecosocialista- asegura que en materia medioambiental “conocemos la amenaza, sabemos cuáles son sus causas y consecuencias. Incluso sabemos qué habría que hacer”. Por ello la Conferencia Mundial del Clima que se celebrará en París en diciembre debe servir para tomar decisiones, pero los enormes intereses financieros y económicos suponen un freno. También cree que estamos a tiempo de “evitar una mayor degradación” y en este sentido considera que “el movimiento sindical puede desempeñar un papel importante ya que sólo él puede proponer un programa concreto que aborde los principales problemas del mundo del trabajo respetando los equilibrios ecológicos”.

 

 

¿A qué retos nos enfrentamos en materia de medioambiental y ecología?

Son muchos. Nos enfrentamos a una disminución de la biodiversidad. Vivimos lo que los biólogos llaman una fase de extinción. Es más rápida y más grave que la etapa que se vivió con la desaparición de los dinosaurios y se debe, en gran parte, a la intervención humana. El segundo problema es el cambio climático. Ya no hay ninguna duda acerca de su causa: la inyección de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Un tercer problema es la acidificación de los océanos. Es un problema muy serio porque los organismos vivos que tienen conchas o esqueletos de carbonato de calcio (como los corales) se encontrarán en peligro de extinción y otros animales dependen de ellos. El cuarto problema grave es la degradación del suelo. Los suelos se están volviendo más pobres en materiales orgánicos y dependen cada vez más de los fertilizantes químicos. La lista sigue, pero lo importante es ver que todos estos problemas están conectados entre sí.

 

¿Estamos a tiempo de invertir el proceso de destrucción?

El cambio climático es, probablemente, el mayor reto medioambiental al que nos enfrentamos. Voy a dar un ejemplo muy concreto. En 2014, dos equipos de investigadores de los EE.UU. llegaron a la misma conclusión con respecto a la misma parte de la Antártida: La desintegración de una parte del casquete de hielo es irreversible. En los próximos siglos, provocará una subida de 1,30 m del nivel de los océanos y 300-400.000.000 de personas deberán emigrar. Insisto en que la palabra “irreversible” es muy importante.

Hay que saber que, al ritmo actual, es muy posible que se produzca un aumento de la temperatura de 4-6° C. Si tal incremento llegara a ocurrir, daría lugar a una subida del nivel del mar de 10 metros en el próximo milenio. El aumento del nivel del mar es sólo una de las consecuencias del cambio climático, hay muchas otras. Está la disminución de la productividad agrícola, el crecimiento de lo que llamamos los fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones, sequías, ciclones, tifones…). Digamos que ya no se puede detener el calentamiento global, pero podemos evitar una mayor degradación.

 

A la vista de estos retos ¿Cómo analiza usted la conferencia de París que se celebrará en diciembre?

Creo que este tipo de conferencias deben servir para tomar decisiones. Conocemos la amenaza, sabemos cuáles son sus causas y consecuencias. Incluso sabemos qué habría que hacer. Lo que debemos hacer es suprimir por completo el uso de combustibles fósiles como fuentes de energía en las próximas décadas, a ritmos diferentes en función de las responsabilidades. Digamos que los países desarrollados deberían dejar de quemar combustibles fósiles para el año 2050, como muy tarde, y el resto de los países deberían hacerlo para el final del siglo. La urgencia es extrema. Los gobiernos deberían alcanzar un acuerdo sobre la distribución equitativa del esfuerzo global que hay que realizar. Pero decidieron no hacerlo.

 

¿Por qué no son capaces de tomar las decisiones necesarias?

Porque existen enormes intereses financieros y económicos. Para limitar el daño, por lo menos cuatro quintas partes de las reservas de combustibles conocidas deben permanecer bajo tierra y no ser explotadas nunca. Sin embargo, estas reservas pertenecen a multinacionales muy poderosas, aparecen como activos en sus balances. Así que no usar estas reservas es como destruir su capital y los beneficios previstos. Eso supone un freno terrible.

Debemos tener en cuenta que todos estos lobbies de los combustibles están estrechamente relacionados con el sector financiero ya que estos grupos realizan inversiones a largo plazo y el costo es muy caro. Los dos sectores clave del sistema capitalista actual se dan la mano para ejercer la máxima presión sobre los gobiernos. Son más poderosos que los Gobiernos y los Estados.

 

¿El sistema capitalista es viable desde un punto de vista ecológico?

No, y por una razón muy clara: no hay capitalismo sin crecimiento, y este crecimiento no es posible sin el consumo de recursos naturales. Hay una incompatibilidad entre el crecimiento ilimitado del capitalismo y los recursos limitados del planeta.

 

Se habla del capitalismo verde como alternativa ¿Qué es en realidad?

En realidad podemos entender esta expresión en dos sentidos diferentes. Se puede entender en el sentido de que aquellos capitalistas que quieran invertir en la producción limpia, la energía limpia (eólica, solar…) pueden obtener beneficios. Es una realidad, lo vemos todos los días. En este sentido, podemos decir que hay capitales verdes. Pero puede entenderse también en el sentido de que es posible que el sistema capitalista se vuelva compatible con una gestión sostenible y responsable con el medio ambiente y, en mi opinión, esto es inviable.

 

Últimamente hemos oído hablar del caso de Volkswagen ¿Qué análisis hace usted de este caso?

Es un magnífico ejemplo. Volkswagen ha mentido, engañado e inventado un software que desconecta su supuesto sistema de reducción de óxidos de nitrógeno (gases que contaminan la atmósfera y causan la lluvia ácida y el fenómeno del smog). Les han pillado con las manos en la masa. Lo interesante es que esta empresa decidió deliberadamente incumplir las normativas y mentir abiertamente. Este ejemplo muestra que aquellos que dicen que un coche puede ser verde, mienten. Hay que cambiar de sistema de movilidad y centrarse en el transporte público. También hay que reducir radicalmente el transporte de mercancías. Es decir, hay que cuestionar la globalización de los mercados.

 

Al definir un modelo alternativo, las luchas de emancipación no han colocado a la lucha ecológica en el centro de la acción política ¿Por qué razón?

Por razones históricas. En el siglo XIX, el principal problema de los movimientos de emancipación eran cuestiones sociales como las condiciones de trabajo, los salarios, la protección social, las normativas laborales… El movimiento obrero se constituyó, como es lógico, en torno a estas cuestiones. Hoy nos encontramos en una situación en la que los problemas sociales siguen siendo muy importantes pero el movimiento obrero tiene que incluir en su estrategia, sin duda, la cuestión ecológica porque la clase  trabajadora y los pobres son y serán las principales víctimas de los desastres ambientales. Tenemos que dejar de pensar que por un lado está el aspecto social y por otro la ecología. Creo que los problemas medioambientales son problemas sociales y que los sindicatos deberían incluirlos como parte central de su programa.

 

¿Está cambiando esta tendencia?

Creo que sí, pero demasiado despacio. Yo diría que está cambiando, sobre todo, en los países del sur, donde los problemas son más graves y donde gran parte de la población depende de la agricultura. Así como el movimiento obrero se está quedando atrás en la integración de la lucha ecológica, los campesinos y los movimientos indígenas están a la vanguardia de la misma. Por una razón muy sencilla: un campesino que quiere defender su medio de vida debe hacer reivindicaciones que ayuden en la lucha para salvar el clima. La situación del movimiento obrero es, a primera vista, diferente porque los trabajadores y trabajadoras, especialmente en un momento en que el desempleo es masivo, quieren creer que su negocio funciona, que produce más… Es más difícil, pero el movimiento obrero puede llegar a conciliar las luchas sociales y la lucha para salvar el medio ambiente.

 

¿Cómo incorporar la lucha ecológica en la lucha de clases?

Creo que cada vez más dirigentes sindicales entienden que hay un problema. Son conscientes de que se necesita una transición justa resaltando la idea de que esta lucha climática requerirá la creación de muchos puestos de trabajo. Por ejemplo, hace falta un plan de reconversión de la industria del automóvil, un plan público para el aislamiento de los edificios, un plan público para proteger el paisaje, gestionar los ecosistemas, una agricultura ecológica de proximidad. Se puede crear una gran cantidad de puestos de trabajo, pero para ello hace falta un verdadero proyecto de sociedad alternativa.

 

¿A qué tipo de modelo podemos aspirar? En su opinión, ¿Cuál sería la alternativa ecológica al capitalismo?

Personalmente, estoy a favor de un proyecto ecosocialista. Es el proyecto de una sociedad en la que se produce para satisfacer las necesidades humanas reales, determinadas democráticamente, y donde se respetan los ritmos de los ecosistemas y los grandes ciclos (el ciclo del agua, del nitrógeno, de los nutrientes).

 

¿Qué tipo de práctica política debemos establecer?

Hay que desarrollar prácticas democráticas que fomenten la auto-organización en todas partes, la actividad propia y la autogestión, y que busquen la convergencia de las luchas de los grandes sectores de la población. La convergencia de las luchas de las trabajadoras y los trabajadores con las luchas campesinas, con las luchas de la juventud… Esa es la respuesta en términos de práctica social y política.

 

¿Qué puede hacer y qué debe hacer el sindicalismo en este contexto?

Creo que el movimiento sindical puede desempeñar un papel importante ya que sólo él puede proponer un programa concreto que aborde los principales problemas del mundo del trabajo, incluyendo el problema del desempleo y respetando los equilibrios ecológicos. Eso supone hacer reivindicaciones concretas, tales como la reducción radical de la jornada laboral sin pérdida de salario, con una contratación proporcional y una reducción de los ritmos. La creación de nuevas empresas públicas bajo el control de los trabajadores y los usuarios, en el ámbito del transporte público, en el campo del aislamiento y la renovación de edificios es otro ejemplo de reivindicación ecológica que permite crear muchos puestos de trabajo de calidad.

Un equipo sindical de una empresa concreta también puede hacer cosas: nada impide a una delegación sindical implementar el control obrero, no sólo a las cuestiones sociales sino también a las cuestiones medioambientales, interesarse por los productos que se utilizan y por sus repercusiones en la salud. Nada impide que una delegación sindical se interese por las adquisiciones que realiza la empresa o se ponga en contacto con productores locales. Hay muchas cosas que hacer para cambiar la conciencia y demostrar que se puede vivir mejor.

 

¿Qué estrategia debe desarrollar el movimiento en el que confluyen trabajadoras y trabajadores desde su ámbito de lucha especifico? ¿ Con quien puede converger?

A nivel de empresa, los trabajadores deben interesarse por lo que sucede alrededor de la empresa y tratar de desarrollar mecanismos colectivos de re-apropiación de todo lo que les concierne. Pero hay que ir más allá de las empresas. Esta colaboración debe ir más allá de las fronteras, el problema es global. Tenemos que luchar in situ, debemos empezar por encontrar soluciones en el lugar donde estamos pero debe hacerse en solidaridad con todos aquellos que tratan de hacer cosas similares en otros países.

Elkarrizketa: Daniel Tanuro
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